En más de una ocasión, durante este largo periodo de crisis que llevamos y nos ha tocado vivir, los clientes han pasado por mi despacho yo diría que más que a pedir consejo, casi a delegar en mi la decisión a tomar…
Y en cuestiones de ejecuciones sobre financiaciones, no hay decisiones únicas, no son matemáticas y, cuando a uno le realizan la fatídica pregunta de…»¿y Ud. que haría en mi caso?»…no son conscientes de que nadie puede ni debe adoptar una decisión por ellos y que, en mi caso,si adoptara una decisión adolecería del factor emotivo que tanto pesa en ellos para bien o para mal…
El apego emocional a las cosas fruto de episodios familiares o por herencia es, en muchas ocasiones la gran losa que pesa sobre el deudor mucho más, en ciertos casos que las necesidades económicas…
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Esto lo he visto y encontrado, por supuesto en personas de edad avanzada pero mucho más en personas de entorno rurales en donde el sentimiento de arraigo es muy profundo…
Soy consciente que, el hecho de haber vivido en varios entornos y haber cambiado a lo largo de mi vida de ciudad y vivienda hace que vea las propiedades como poco más que meros «decorados» circunstanciales de nuestras vida en donde no es tan importante, el «en donde» sino «quienes» habitan conmigo y me rodean.
Soy consciente que soy un pragmático y que tiendo, por experiencia por una parte y por convencimiento, por otro a simplificar estas cuestiones…
Sí, ciertamente no sé si es una virtud o bien un defecto pero lo cierto es que mi pragmatismo es exagerado…o como dicen y piensan mucho…»porque no te afecta a ti directamente»…
Yo estoy con ellos y soy solidario en aquellos casos extremos y, desgraciadamente muy habituales en don de la vivienda es solo sinónimo de familia de convivencia sino de cobijo, supervivencia de refugio, de desamparo de marginación… es de sentido común…es de personas…
No obstante lo anterior, en los casos no tan dramáticos en donde el embargo no es cuestión de supervivencia sino en ocasiones de calidad de vida puedo entender que el apego a la propiedad representa en muchas ocasiones el esfuerzo que ha costado conseguir una calidad de vida que ahora ven como se desvanece como un espejismo…en algunas ocasiones también un síntoma de que en una época ya un tanto lejana de bonanza, en donde parecía que nada podía ir mal se estiró más el brazo que la manga…
El caso, en definitiva, es que mayoritariamente en estos últimos casos es en los que no soy crítico sino, como pragmático, tal vez también porque he tenido experiencias vitales muy duras respecto de la mayoría de las personas (que no vienen al caso) y que me hacen banalizar o desdramatizar ciertas circunstancias que sin duda afectan emocionalmente a las personas.
No obstante lo dicho, cuando hablamos de ejecuciones y que hacer (si es que se puede hacer algo)siempre es una difícil decisión a la que yo puedo ayudar a tomar, explicando las implicaciones que tendría las diversas alternativas que se puedan plantear pero, a lo que me niego por mucho que, en muchas ocasiones me lo pidan con insistencia es que adopte la decisión por ellos.